LORENZO O EL ÁNGEL DE LA LOMA

Yvette Vian Altarriba

A Lawrence García, el Charrito, en su 70 cumpleaños.

30 de Abril, 2013

La Habana

Había una vez un niño de nombre Lorenzo, que había nacido en la Loma del Ángel.  Lo vestían con pantalones ¨bombaches¨ (inflados y rizados en las rodillas). Cuando salía  a jugar, su mamá le advertía:

    – No te vayas lejos, mijito, juega donde yo te vea –y siempre le ponía una gorrita azul, de pelotero, para que no se confundiera con ningún otro Lorenzo.

   Pero un día el niño perdió su gorra (¿fue el viento marino, ese perverso se la voló?) 

   Buscándola  por el  barrio, sin darse cuenta Lorenzo  se metió en el laberinto de las calles, callejuelas  y callejones de adoquines, subiendo, bajando, doblando esquinas… hasta que  fue a parar tan lejos, tan lejos  que nunca pudo encontrar  su gorrita. Y  en eso, también  perdió el camino de regreso.

De manera que cuando me lo presentaron, Lorenzo era un viejito con pantalones bombaches y un sombrerón mexicano. Al cabo de las buenas tardes y los mucho gusto y el qué tal de viaje, me preguntó:

    – ¿Tú te vas o  te quedas?

    – Yo ni voy ni vengo, yo,  sin ton  ni son estoy, yo soy…    – le dije como cantando.

    – De la Loma del Ángel —afirmó  Lorenzo, y se le encendieron un montón de lucecitas por todo el cuerpo.

    – ¿Cómo tú lo sabes? — pregunté yo.

     – No sé, no sé, es que, digo, es un decir,  sentí un pálpito, un  aquel, no sé por qué pero lo sé… — murmuró Lorenzo. Y se le aguaban los ojos mientras  se quitaba y se ponía y se volvía a quitar el sombrerón, como disimulando (¿el miedo o la   emoción?).

     – ¿Y ahora  qué?    – volvió a preguntarme.

     – ¿Qué de qué?

      – ¿Te vas o te quedas?

     – Vuelvo a la Loma del Ángel – dije yo.

     – ¡Ah, cuando llegues, búscame!    – exclamó Lorenzo y empezó a sonarle un montón de campanillas desde  la cabeza a los pies.

      – Eh, pero eso no es fácil, me confundiré… allí hay más viejos que personas… allá en La Loma casi todos son  viejecitos como tú… entonces ¿cómo voy a reconocerte, eh?

      – Ah, verás, soy el  que tiene  puesta una gorrita  azul, de pelotero    – ¡Búscame en La Loma del Ángel! — dijo.

                         **********

De regreso, estuve averiguando entre los varones  con  terceras, cuartas y hasta quintas edades  (es decir, casi toda  la población de La Loma).

     Y, efectivamente,  encontré alrededor de mil  viejitos de nombre Lorenzo (claro, a algunos les decían  Loren, Lorencito, Lolo). Todos usaban gorritas, pero tan desbaratadas y descoloridas, tan rotas, sucias y despellejadas que me resultaba imposible adivinar el color que tuvieron; ni siquiera imaginar si habían sido gorras de pelotero, de ferroviario, de policía o de aviador.

    Entonces fui hasta el malecón y me senté en el muro a escribirle un mensaje a Lorenzo:

    TE BUSQUÉ Y NO HE PODIDO ENCONTRARTE. ¿DÓNDE ESTÁS AHORA?

    Respuesta de Lorenzo:  

    NO SÉ, SI NO ESTOY ALLÁ TAMPOCO ESTOY AQUÍ.

                                   ************

Me quedé contemplando cómo el sol se hundía en el agua y pintaba el aire con colores de oro. Repentinamente cayó la noche y apareció una lucecita atravesando el cielo… ¿Será un sputnik o una nave alienígena?, me pregunté. Pero era una estrella; pensé que sería una fugaz, que estaba cayéndose, que desaparecería… sin embargo, aquella cosa rutilante se paró en La Loma del Ángel.

   Rápidamente me bajé del muro y subí corriendo como loco. Cuando llegué arriba, las puertas de la iglesia estaban abiertas de par en par.

   Entré y vi que en ese momento bautizaban a un niño con pantalones bombaches; él se inclinaba para recibir el agua bendita. Entonces, se acercó la madre y    – aunque el niño tenía la cabeza mojada- le puso una gorrita azul de pelotero (que parecía nueva) y tomándolo de la mano, salieron.

    Yo  me acerqué a la pila bautismal y pregunté:

     – ¿Padre, qué nombre le pusieron a ese niño, el de la gorrita?

     – Lorenzo — contestó el cura.

En el siguiente mensaje a mi amigo, el texto decía:

    YES. TE ENCONTRÉ EN LA LOMA DEL ÁNGEL.

    Respuesta de Lorenzo:

    AL FIN. GRACIAS, MY FRIEND.

Ivette Vian Altarriba. Narradora, poeta, periodista y guionista de televisión. Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Natural de la ciudad de Santiago de Cuba. Creadora del popular espacio infantil de televisión cubana La Sombrilla Amarilla. Autora de una reconocida obra para niños.

Tiene en su haber la publicación de:

  Como te iba diciendo, La Habana: Universidad de la Habana, 1977, Premio 13 de marzo, 1977.

    Mi amigo Muk Kum, La Habana: Editorial Gente Nueva, 1989, Premio La Rosa Blanca 1989.

     La Marcolina, La Habana: Editorial Gente Nueva, 1987, Premio La Edad de Oro 1985.

    El telescopio de David, La Habana: Editorial Gente Nueva, 1989.

    Siete cuentinos, La Habana: Editorial Gente Nueva, 1992.

    Pinar del Río, Publicitur, 1994.

    Coco Pascua, La Habana: Editorial Gente Nueva, 1997.

    Casa en las nubes, La Habana: Ediciones Unión, 1998, Premio La Rosa Blanca 1999.

    Del abanico al zunzún, La Habana: Gente Nueva, 2001, Premio La Rosa Blanca 2001.

    Cartas a Carmina, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2003.

    Una vieja redonda, La Habana: Ediciones Unión, 2005, Premio de la crítica literaria 2005.

    La Sombrilla Amarilla, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2005.

    El Gato Tato, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2005.

    La felicidad y Jardín, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2007.

    El Cocinaito, La Habana: Ediciones Unión, 2008.

    Mis cuentos de caballos, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2009.

    El desayuno de Paulino, Caracas: Monte Ávila; La Habana: Editorial Gente Nueva, 2011.

    Todos mis cuentos, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2012.

    Los perros de mi vida, La Habana: Editorial Gente Nueva, 2013.

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