Creando el ensueño de la memoria

Elogio a la palabra de Reynaldo Fernández Pavón

Creando el ensueño de la memoria

Por Manuel Gayol Mecías

Elogio a la palabra/ A la venta en amazon/books
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Leyendas de uno mismo. Del recuerdo a la chispa electrizante de la imagen. Es hermoso recordar, de una manera intuitiva, como se estruja el espacio y salta la brillantez. ¡Cuánta justicia hay en el subconsciente cuajado de palabras que significan el origen mismo! La nebulosa que va tomando la forma primigenia de otra conciencia invisible, de otra equidad más activa que va perfilando nuestro destino.

La mágica palabra de Reynaldo Fernández Pavón infiere todo lo anterior. Realimenta la pasión de lo Histórico, de las crónicas y relatos, de los anales, las leyendas y las memorias, de lo  personal; la palabra en la bella fórmula del canto y del ritmo, la trascendencia de los parajes, a veces extremadamente íntimos, que, si acaso se notan en símbolos, en orlas y vestiduras de otras épocas. Amante del amor, amante de la belleza, amante de la humanidad. Es el camino de una otredad en salto, en la lúcida posesión de los más grandes instantes.

Un ejemplo del estremecimiento de la creación:

Canto épico / rito, / elipsis, / liturgia de las manos. / ¡Ah, los textos diluvianos! / ¡Ah, los códigos ocultos! / Cesta que acunó el movimiento: / trueno de la partícula / en medio de la expansión, / sonido de los astros, / estera del devenir, / odisea de la navegación / y nacieron los odduns, los códices, / los patakis, los proverbios; / las fábulas y los mitos. (I, p. 15).

Hay tanto que decir en cada ligadura de versos. Expresar la vida como dando gracias al inconsciente primigenio, a los mismos arquetipos de la creación. Poeta y fabulador. Acumulador de nuevos y viejos sueños. Descifrador de mitos y odiseas, pero ante todo cazador de sonidos. Arpegiador del mundo y de la clásica inteligencia. Buscador del tiempo más antiguo, en los que se esconden los misterios de la luna y la gravedad del sol. Reynaldo anda siempre con el movimiento, con la eterna energía de transformar la levedad del sonido en palabras y viceversa. Su voz, sus pentagramas, sus notas y acordes tremolando en su propia historia, en la afanosa búsqueda de lo ignoto. Reynaldo es un elegido del arte y un traductor de la belleza. La fulgurante belleza del recuerdo. Fernández Pavón es el conocimiento espaciado en los días de las imágenes. Es el mismo diapasón del piano entre sus dedos. El Músico y poeta que hurga entre los mundos angélicos, interesado en las leyes de otros universos, descubriendo fractales que despliegan las sonoras notas, las antiquísimas y eternas ondas que se captan en la sagrada imaginación; mensajes de  civilizaciones insólitas que abren portales de lo desconocido, de lo ignoto precediendo nuestro propio surgimiento.

Solo la palabra cuaja el destino del hombre, a través del lenguaje llegamos a la Imago y desciframos algunos misterios del presente y del porvenir.

     La palabra para el poeta ante todo es sonido, música, cuerdas vibrantes que en sus trémoles excavan en el espacio profundo, de lo mínimo que renace en otros mundos, vitales dimensiones solo alcanzables por la neuromanía constante de palpar el arte, inquieto buscador de la justa belleza, esa que se encuentra comprimida en nuestros espacios invisibles, los más íntimos, los que disciernen los evolutivos procesos de la vida.

Reynaldo Fernández Pavón es la música y la poesía, sonido y palabra, que se funden en “lo poético”, en el asombro del alma ante el espíritu. Es así como entonces, de lo divino, nace lo humano:

Los habitantes celestes,

Los guardianes del espacio,

Cansados de tener eternidad,

Quisieron experimentar gozos mortales

Y en un desliz angélico;

Nació el pecado original. (X, p. 24).

Hablar de la Historia oculta de la humanidad está en sus sentidas combinaciones de lo culto y lo popular. Hay un querer de lo propio, de “lo nacional”, asociado al orbe, a lo universal del mundo. Su quehacer poético es una universidad del sentimiento. No solo imágenes, sino el entrelazamiento para una atmósfera interestelar, ¿caprichosamente ordenada para la vida?  En la palabra de Reynaldo hasta el caos lo sentimos diseñado para la existencia de nuestras carnes, sí, de nuestros huesos, y añado, sin ninguna atadura, para la espiritualidad del corazón.

Alude de su vida individual a la diversa connotación de los cielos profundos. Escribe, canta y compone para trascender, y lo hace con el entusiasmo de una palabra escogida. Su existencia se proyecta y alcanza el supuestamente ilimitado espacio del universo. Él sabe, como lo sé yo también, que el final siempre comienza de nuevo. Los seres y las cosas se repiten de una manera diferente. Hay cavilaciones de otros mundos que nos tocan tangencialmente, quizás se comunican, pero tampoco obvian ser dimensiones paralelas.

 La creación
La creación

La energía, como el ámbar, hace sonar las cuerdas del corazón y llegan hasta Omega, aun cuando todo es un Oxímoron de hermosa magnitud, de diferente igualdad. Lo paradójico es un símbolo de la vida y la vida es un sueño, el divino sueño en que Dios nos creó. Y así, primero fue el Verbo, dijo:

Materia oscura del universo, / partícula primigenia, / energía del espíritu. / Lo específico nos ha llevado a crear / a nuestra imagen y semejanza. / Solo nos queda / el punto crítico de la expansión, / el regreso a la semilla / y otra posible implosión, / donde los dorados del otoño, / podrían ser parecidos, / iguales, o absolutamente diferentes. (XX, p. 35).

Hay un decir acompasado, una mención onírica que devela antigüedades, como si se tratara de un cofre, con porcelanas guardadas y sedas suntuosas, con talismanes de magos que no cesan de aparecer, que intentan iluminar las tablillas de otros dioses, en sus rituales figurados de ciudades remotas. Y es así el albedrío del arqueólogo, del antropólogo, que profanan la oficialidad de las instituciones, revisamos las tumbas y templos arrugados del tiempo y nos abrimos a las ideas de horizontes muy lejanos. Otras vidas, otros viajes, otros sueños. Todavía hay mundos que conquistar en nuestro propio planeta. Hay que renacer los mitos en la realidad imaginaria, y reconocer el arte de los antiguos que cuentan nuevas-viejas historias que también son nuestras.

Esas historias invisibles, que Pavón rescata en metáforas y canticos, en vocablos y sintaxis de humanos vestigios.   El asombro mismo nace en sus palabras. La elocuencia de los versos nos lleva al pasado y al futuro. Y el presente aparece en la vitalidad del gesto, de la sensibilidad, de una audible sinfonía cósmica.

Reynaldo Fernández Pavón
Reynaldo Fernández Pavón

Sus versos entremezclan conceptos con hechos y cosas corpóreas y nos deja presentir lo imaginario como la otra realidad. Reynaldo Fernández Pavón es un ser humano que se desvive por la trascendencia, por la misma imaginación convertida en persona. Su obra toda, junto a su música y poemas, transita desde la Historia de la Patria hasta los más anchos valores universales. Y si en la música es un consagrado de la diversidad, en sus versos busca las más notables metáforas de los dioses. Es un músico y un poeta que descifra el mundo con la sabia magia de una esperanza adolorida, sí, pero siempre una esperanza que palpita intranquila, preocupada, por aquellos que ya no saben saltar su ignorancia, su insensible intimidad, su vulgaridad in extremis, su desarticulación de la oralidad, casi sin palabras para hablar del amor.

Por eso Reynaldo elogia la palabra, fusiona la música con su decir más preciado, para olvidarse de un futuro que no quiere sentir. Hay que enseñar la vida de otra manera, desde el arte más humano.

Hay que “evocar los sentidos”, arte de paso, / imaginativo, / libre perspectiva de las sombras. / Sonido prolongado, / armonía bitonal, / electroacústica. / Saturación que difumina in situ / para la complacencia. (XXIV, p. 41).

El Poeta, por encima de todas las cosas, advierte de su legado: el arte de la Música, el arte de la Poesía. De aquí surge “lo poético” del ser: la sustancia o substrato que circula en la sangre. La esperanza del porvenir en el presente, creando el ensueño de la memoria.

Manuel Gayol Mecías
Manuel Gayol Mecías
Novelista, poeta y crítico literario.
Director y editor de 
Palabra Abierta Ediciones
Miembro del Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio
Miembro de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp.

 

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