La inteligencia artificial (AI)

 

AI ¿Conquista o desafío?  

Por el profesor, escritor y compositor Reynaldo Fernández Pavón

    Stephen Hawkins, en una conferencia sobre tecnología en Lisboa, Portugal, expresó que la inteligencia artificial (IA) tendría el potencial de destruir la civilización y podría ser lo peor que le haya pasado a la humanidad. “La humanidad tiene que encontrar una manera de controlar las computadoras” expresó. Hawking consideró que las formas primitivas de inteligencia artificial desarrolladas hasta ahora han demostrado ser muy útiles, pero estableció que las consecuencias de crear algo que pueda igualar o superar a los humanos sería catastrófico y agregó: “Los esfuerzos para crear máquinas pensantes representan una amenaza para nuestra propia existencia. El desarrollo de la inteligencia artificial completa podría significar el fin de la raza humana. Estamos en una nueva fase de evolución auto diseñada. En este siglo podremos deshacernos de las cadenas de la evolución tradicional y comenzar a cambiar y mejorar nuestro propio ADN.

De los postulados de uno de los científicos más relevantes de la historia se desprende que en el siglo XXI, el hombre podría editar el ADN, y simultáneamente destruir la civilización…Y esta es la pregunta:

¿Está creando el hombre la inteligencia artificial tal cual en Uruk los dioses crearon al hombre a su imagen y semejanza?

Si la respuesta es “afirmativa” se trata de una trasferencia de información de nuestra naturaleza a los robots, a las armas inteligentes y a creaciones biotecnológicas, pero el hombre es la única especie conocida capaz de matar por el placer de matar. Ese sería el problema filosófico de la cruzada de esta fase de evolución auto diseñada. Algunos ingenuos creerán que se trata de especulaciones de mentes calenturientas, otros harán rechazo a asumir la impronta que significa el reto y quizás, la mayoría, no se enteren de la gravedad de lo expresado por Hawking, tema de nuestro llamado, sumidos en la comunicación virtual, de las redes sociales, en los video juegos y en los teléfonos inteligentes.

Nuestra duda metódica es tan válida como la tarea de aquellos que participan de la carrera por encontrar el acceso al Network Universal al que hiciera referencia Isaac Asimov.

Cuando hablamos de inteligencia artificial, nos referimos a  algoritmos, a creaciones con la capacidad de darse órdenes, que hacen su propio análisis utilizando muchos más datos que los utilizados previamente en una investigación específica, una forma de inteligencia que aprende y que actualiza por sí misma su base de datos. En el lenguaje informático el sujeto aparece como una abstracción y no puede olvidarse que detrás de estos procesos, conceptos y de las máquinas, hay seres concretos antes de apretar el botón para que el ordenador ejerza una función muy específica.Hay algoritmos de complejidades diversas, de una sola función, el que hace clasificaciones para obtener un resultado y aquel que hace su propia interpretación en base a los datos preexistentes, pero lo harán sin ayuda de su creador.

Algunos ingenieros de los centros de la “tecnología” han declarado que manipulan con éxito las “preferencias dañinas”, y hacen uso de teorías relacionados con las técnicas y estrategias de la educación y los procesos cognitivas de los seres humanos, es decir, que podríamos dotar a algunos robots de una manera consciente de la capacidad de actuar o reaccionar ante la realidad.  ¿Contarán los robots con percepciones, más alla de lo que se ha identificado como “impulsos”?

         En la concepción con la que se manipulan los incentivos que se brindan a los sistemas hay una evidente separación respecto a postulados éticos y filosóficos. Los tecnócratas de la modernidad no tienen ideas claras respecto a cómo descodificarán los códigos humanos los sistemas de Inteligencia Artificial (IA), porque cada día que pasa el pragmatismo ejerce mayor influencia a nivel global en el tema que nos ocupa, tal y como ha ocurrido en lo relacionado con la contaminación y el calentamiento global.  Por otra parte, no se comparten, a nivel masivo, los temas que se discuten en las reuniones y eventos internacionales sobre los riesgos que puede implicar el papel creciente de la inteligencia artificial en la actividad humana. Se plantea incluir los objetivos, subobjetivos, y excepciones en la función de recompensa, pero de hecho en el sistema humano,  no existe igualdad de necesidades, ni de intereses, ni de preferencias, de lo general a lo particular, ¿cómo entonces se podría otorgar a las máquinas tales priorizaciones?

Sería de vital importancia conocer la base de datos con los cuales están aprendiendo los robots a un lado y otro del planeta, esa base de datos podría estar condicionada por factores, culturales, ideológicos, religiosos, éticos, sociales y políticos muy diversos y los robots podrían inventar nuevos comportamientos. Valdría la pena una amplia disquisición respecto a si los seres humanos estamos en condiciones de entendernos los unos a los otros. La historia de nuestra especie evidencia que la conciencia y los sentidos han evolucionado a lo largo de los siglos y la mente humana genera cambios de acuerdo con múltiples circunstancias. Los seres humanos satisfacen necesidades y crean nuevas necesidades constantemente y la solución de conflictos suele generar nuevos conflictos, por tanto, la capacidad de los robots para entender la conciencia humana está por demostrarse.

La inteligencia artificial sólo puede ser creada a nuestra imagen y semejanza, creo que en ese aspecto todos estaremos de acuerdo, no tenemos otro patrón de inteligencia que no sea el de los seres humanos de este planeta – al menos que se sepa– y ese es realmente el gran dilema y el reto que habrá que confrontar.

Los algoritmos eficientes permitirán que los robots aprendan a realizar tareas mucho mejor que sus creadores observándonos.  Las líneas de código que animan estas máquinas podrían obviar las razones y concentrarse en los fines, totalmente independientes de la naturaleza y el significado de la existencia.

Este tema requiere que seamos participes activos y no espectadores que esperan a que las cosas pasen para encontrar la respuesta a esta interrogante: ¿Es la inteligencia artificial una conquista y simultáneamente un desafío en una fase de evolución auto diseñada?

 

 

 

 

 

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